Enterratorio incaico
Cerro Aconcagua
El Parque posee también una relativa importancia histórico cultural. En 1982 una expedición del Club Andinista Mendoza, dirigida por Gabriel Cabrera y acompañado de los hermanos Fernando y Juan Carlos Pierobon y Franco y Alberto Pizzolon, intentando terminar la ruta inconclusa por el filo sur, encuentra sobre el filo de la Pirámide, a 5.200 metros de altitud, una momia incaica de 500 años de antigüedad.
Alrededor de un mes después del descubrimiento, cerca del 23 de enero de ese año, partieron los andinistas descubridores y un conjunto de arqueólogos a realizar el rescate de la momia.
El día 28 de enero llegaron al sitio del hallazgo. Se trataba del comienzo del contrafuerte de forma triangular llamado Pirámide. Unos 50 metros más allá se inicia otro paredón que debió significar un obstáculo insalvable para los indígenas, en caso de que hubieran querido seguir ascendiendo por allí.
Durante dos días de trabajo el sitio fue relevado y explorado, comprobándose la existencia de dos gruesos muros semicirculares pircados, muy derruidos, y un círculo de piedras de un metro de diámetro. En el relleno protegido por una de las pircas se hallaba, semienterrado por desplazamiento de parte de la tierra, el fardo funerario que contenía el cuerpo fuertemente plegado de un párvulo de unos 7 años de edad. Estaba envuelto por numerosas piezas textiles, siendo la más externa un manto totalmente engarzado con plumas
amarillas, probablemente de papagayo. En cuanto al pasto que creyeron ver los andinistas, resultó corresponder a un conjunto de plumas amarillas y negras que habían formado parte de un penacho. El cráneo presentaba una rotura debido a la erosión, al haber quedado a la intemperie. En su interior podía observarse el cerebro, colapsado por deshidratación.
Tras varias horas de trabajo, el fardo fue cuidadosamente retirado del duro permafrost (tierra congelada) en que se hallaba colocado. Mientras los arqueólogos se ocupaban de su embalaje y preparación para el descenso, otro grupo procedía a continuar la excavación, tratando de llegar lateralmente hasta la pirca. A poco de iniciada, tuvieron la fortuna de hallar -dentro del mismo relleno en el que se había colocado a la momia- seis magníficas estatuillas de típico estilo incaico. Este ajuar tiene sin duda importancia simbólica, y una conexión directa con varios otros yacimientos arqueológicos de alta montaña que también han proporcionado este tipo de estatuillas. La extracción y el examen preliminar de tan inesperado hallazgo significó el momento culminante de la expedición.
Al terminar la excavación del fardo funerario se retiraron de su parte externa un par de sandalias (ojotas) de fibra trenzada, y dos bolsitas del mismo material, una de las cuales contenía elementos vegetales, que según análisis posteriores, resultó ser una variedad rara de porotos, que habían sido cocinados. Quedó así bastante claro que se trataba de un alimento simbólico para el viaje al Más Allá. La expedición regresó a Mendoza el 31 de Enero. La investigación posterior estuvo a cargo de la Universidad Nacional de Cuyo, en cuyo Museo de Arqueología se conserva el fardo funenario.