Anécdotas

Mendoza Aconcagua

A comienzo de enero de 1953, el andinista chileno Vicente Chiaranda emprendió una expedición al Aconcagua con una pequeña mesa construida de aluminio en sus espaldas. Al llegar a la cima, se subió a la misma y se convirtió en la persona que había subido más alto en el Cerro Aconcagua. Para demostrarlo, filmó un cortometraje llamado «Un metros más que el Aconcagua«.

En enero de 1926 muere en el Aconcagua Juan Stepanek, de origen austríaco y radicado en Argentina. El cuerpo de Stepanek no fue rescatado en ese momento. Momificado por el tiempo va a ser visto por primera vez por la expedición italiana de Renato Chabod (1934), siendo posteriormente redescubierto por Juan Jorge Link al descender de su primera cumbre (1936), quien relató: La luna bañaba los riscos distorsionando las formas y sembrando confusas imágenes de transmundo en la luminosa escenografía. De pronto un hombre sentado con la cabeza apoyada en las manos se le aparece en medio de los planos nevados. Alucinación o realidad se pregunta Link, por cuanto el agotamiento y el cansancio por el esfuerzo podía llegar a distorsionar la realidad. Le gritó al andinista misterioso, roca u hombre, que permanecía inmóvil. Se aproxima y lo toca bajo el rompevientos, su cuerpo tiene la dureza del mármol y Link huye. Será la expedición del Teniente Primero Valentín J. Ugarte la que bajará a Stepanek en el año 1946, luego de 20 años de permanencia en el Gran Acarreo. Cuando se realizaba el descenso del infortunado, se encontró en uno de sus zapatos un pedazo del periódico La Nación del 19 de enero de 1926, en el que aparecía visiblemente la palabra fatalidad, a modo de premonición de lo que le sucedería en el intento a la cumbre.


Anecdotas en el Cerro Aconcagua – Mendoza

En 1994 un grupo de ciegos de origen español logran la cumbre Norte.

El 7 de enero de 1947 parten desde el campamento superior para el asalto final el terceto alemán formado por Cop, Herold y Schade – este último abandonará a los 6.800 m.s.n.m.-. A las 17 horas alcanzan la cresta cumbrera que los llevaría hacia la cima Sur. A mitad de camino encuentran un esqueleto de guanaco, acurrucado tras una rocas. A partir de entonces, dicho filo se lo conoce como Filo del Guanaco.

Un grupo de alpinistas ingleses presentan un proyecto de llevar a la cumbre una torre desarmable de 40 metros de altura, que permitiera a aquellos deseosos de alcanzar los 7.000 m.s.n.m. hacerlo por medio de una escalera. El proyecto incluía un canon con objetivos benéficos. La idea nunca prosperó.

Al comienzo de la temporada estival de 1971, César Pérez Tudela de origen español y Walter Bonatti de origen italiano, compañeros de cordada llegan en forma separada a la cima del Aconcagua. Relata Tudela: “Durante 5 días estuve extraviado en la montaña; bajé por el costado este del cerro, sufrí hambre, sed y alucinaciones en mi accidentado regreso, lo que me trajo aparejado necrosis en las manos y la nariz. Esto se debió a que pretendí minimizar los efectos del clima y la puna. Baje cayéndome, golpeándome y arrojándome contra la nieve en mi sonambulismo. No estaba en Mendoza, sino en España, dirigiendo una de esas tantas expediciones de rescate en la montaña; charlaba con mis amigos imaginarios que me animaban, los helicópteros surcaban en mis sueños y esto me ayudó mucho para no sentirme solo”. Ya en España, Tudela tomó conocimiento de un relato poco generoso hacia él, sobre la ascensión que había realizado en solitario, su compañero el italiano Walter Bonatti. Fue entonces que decidió volver a Mendoza y en febrero de 1972, con su rostro todavía marcado, subió sin compañía el Aconcagua y para que no quedaran dudas de su ascenso, hurtó el libro de cumbre y se lo llevó al viejo continente. Quería demostrar que había pisado la cima. Explicaría todo después en una carta publicada en un semanario español, con el título Pido perdón a los Montañeros. Posteriormente el libro fue devuelto por vía diplomática.

En 1982, Norman Croucher Obe de 40 años de edad, inglés, minusválido (con piernas ortopédicas) llega a alcanzar los 5.300 metros por la ruta Norte.

Jordan Romero, de 11 años de edad se convierte en 2008 en el escalador más joven de la historia del cerro.

En la temporada de 1985/86 llega desde España el alpinista Fernando Garrido con el objetivo de batir el record de permanencia en altura. Enfrentándose a problemas de falta de oxígeno, vientos huracanados de hasta 200 kilómetros por hora, temperaturas que superan los 60 grados bajo cero, el montañero español logró permanecer durante 66 días en la cumbre de la montaña más alta de América, batiendo así un record mundial de supervivencia.

En 1994 un matrimonio alemán portea en su mochila a su hija de dos años de edad, Joana Rotk, llegando hasta Plaza de Mulas. No obstante son evacuados por orden Judicial.